¿Qué quieres decir con “me funciona”?

Oye, mantiene a los niños ocupados y tranquilos, ¡así que a mí me funciona!
No me importa lo que diga la "investigación", funciona en mi aula.
¿Y qué si esa es una mejor manera? ¡Esto me está funcionando!
Sí, usar tecnología probablemente lo mejoraría, pero lo que estoy haciendo está funcionando, así que paso.
¿Cómo puede alguien decirme que no haga las cosas de esa manera cuando a mí me funciona?

Usamos mucho ese tipo de frases para defender las prácticas educativas y, hasta cierto punto, estoy de acuerdo con ellas. Nadie conoce a sus alumnos mejor que usted, su maestro. Usted es quien está en la trinchera todos los días, probando constantemente cosas nuevas y experimentando con formas de satisfacer las necesidades de cada estudiante.

Pero creo que es útil preguntarnos qué queremos decir realmente con la frase “me funciona”. ¿Queremos decir que lo que hacemos hace que los niños sean obedientes y tranquilos, o que genera motivación intrínseca y los involucra? ¿Simplemente facilita el trabajo del maestro o mejora el aprendizaje de los estudiantes?

¿Lo que estás haciendo realmente funciona para todos los niños o sólo para la mayoría de ellos?

¿Lo que haces se centra principalmente en lo que satisface tus necesidades o las de ellos?

No hay nada de malo en elegir prácticas de enseñanza que mantengan el orden en el aula y simplifiquen la enseñanza, pero esos son solo algunos de los muchos factores que se deben tener en cuenta al reflexionar sobre lo que funciona y lo que no.

Te animo a que pienses seriamente en esas reacciones instintivas que tienes cuando dices: “A mí me funciona, así que no voy a cambiar”. Piensa, por ejemplo, en tu sistema de gestión de la conducta. ¿REALMENTE produce los resultados que quieres: estudiantes independientes, motivados, autosuficientes y responsables? Si te quejas hasta finales de junio de lo vagos que son tus hijos y de que no consigues que se comporten bien, entonces la respuesta es NO, tu sistema en realidad no funciona para ti, porque en realidad no funciona para tus hijos.

No existe una única forma correcta de enseñar que dé como resultado el éxito para todos los estudiantes. No hay una fórmula probada y verdadera para el éxito, ¿verdad? Por eso tenemos que mantener una mente abierta y buscar continuamente nuevas ideas. Lo que funcionó para la clase del año pasado puede no funcionar para la clase de este año, y obligar a un nuevo grupo de niños a adoptar las mismas prácticas de enseñanza de siempre solo porque te resultan familiares solo provocará frustración para todos los involucrados.

Mientras planifica el próximo año escolar, lo aliento a que se siga preguntando: ¿Funciona esto? ¿Cómo sé que funciona? ¿Hay algo más que pueda probar que funcione mejor?

Sea el aprendiz permanente que quiere que sean sus alumnos. Siga reflexionando, siga creciendo, siga probando cosas nuevas. Puede resultar desalentador que otras personas cuestionen sus métodos de enseñanza, pero cuestionarse a uno mismo es PODEROSO.

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